La pandemia por la COVID-19 ha aumentado la automedicación en pacientes con gota, una situación que se ha intentado subsanar gracias a la telemedicina y a la ayuda de Enfermería.

En España se estima que el 2,4% de la población sufre gota, lo que supone cerca de 880.000 afectados, según los resultados del estudio de prevalencia sobre las enfermedades reumáticas en población adulta en España de la Sociedad Española de Reumatología (EPISER). “En los últimos años cabría destacar el avance en la investigación con estudios nacionales e internacionales que resaltan las repercusiones de la gota no tratada no sólo a nivel articular al provocar claramente más ataques de dolor e inflamación y más secuelas, sino también a nivel cardiovascular con mayor mortalidad global y cardiovascular, y renal, ya que los pacientes con gota tienen mayor probabilidad de desarrollar enfermedad renal crónica avanzada y terminal”, explica el Dr. Enrique Calvo, reumatólogo del Hospital Infanta Leonor de Madrid.

En el marco del IV Encuentro del Grupo de Estudio de Artropatías Cristalinas de la SER (GEACSER), que ha contado con la colaboración de Menarini, el especialista ha detallado que “en estos últimos dos años han visto la luz publicaciones muy interesantes sobre diferentes aspectos de la gota, tanto a nivel de pruebas de imagen para evaluar a los pacientes y conocer cómo les afecta la enfermedad, como a nivel de estudios genéticos y celulares, pasando por estudios sobre tratamientos para los ataques inflamatorios de las articulaciones y medicamentos para reducir el ácido úrico en sangre y así intentar curar la enfermedad”.

Además, -ha apuntado- varios artículos publicados siguen demostrando que la estrategia T2T (tratar por objetivos, para conseguir niveles de ácido úrico menores de 5-6 mg/dl con ciertos medicamentos) permite mejores resultados en pacientes con gota, con una disolución más intensa y rápida de los depósitos de cristales de ácido úrico en el cuerpo y menores secuelas en los huesos (menos erosiones óseas).

La ecografía sigue cogiendo fuerza y se posiciona en uno de los primeros lugares como prueba de imagen para ayudar al reumatólogo en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento del paciente con gota. También se han publicado muchos estudios con otras técnicas como el DECT o el SPCCT que, sin embargo, siguen a día de hoy alejadas de la práctica diaria en Reumatología, aunque permiten localizar y cuantificar con detalle el depósito de cristales de urato.

Situación en pandemia por la COVID-19

La actual situación de pandemia por la COVID-19 está afectando enormemente a muchos pacientes con enfermedades reumáticas, incluidos los que tienen gota, ya que muchos Servicios de Reumatología se han visto obligados a reducir e incluso suspender su atención presencial. “Los pacientes con gota frecuentemente experimentan ataques de inflamación articular que les obliga en muchas ocasiones a acudir a las urgencias de los hospitales, lo cual también ha sido muy difícil durante varios meses debido a la saturación de estos servicios por los enfermos con COVID-19. De esta forma, muchos pacientes se han visto obligados a automedicarse para superar los ataques de gota, mientras que en muchos de ellos no se ha podido avanzar en la subida de dosis de sus medicamentos para reducir el ácido úrico, de forma que se ha visto afectado su seguimiento y su tratamiento”, advierte el Dr. Calvo.

No obstante, -ha puntualizado- “esto se ha subsanado en gran medida gracias al esfuerzo ingente de muchos reumatólogos han realizado teleconsultas (telefónicas, videoconsultas, correo electrónico…) para interesarse por sus pacientes y ayudarles con su enfermedad. Además, el confinamiento domiciliario afectó en gran medida la vida de nuestros pacientes, empeorando el sedentarismo y la alimentación de algunos de ellos, lo cual puede favorecer los ataques de gota”.

En este sentido, la telemedicina ha supuesto un “verdadero salvavidas” para muchos de los pacientes con gota, ya que un seguimiento proactivo de los mismos permite avanzar mejor en el tratamiento de esta enfermedad, potencialmente curable. La adherencia al tratamiento mejora y la enfermería especializada en Reumatologia ha tenido un papel clave. “Creo que la medicina presencial y la telemedicina pueden complementarse en Reumatología, y que la ayuda del enfermero especializado ayuda a conseguir mejores resultados en nuestros pacientes”, ha asegurado.

Por otro lado, al igual que en otros enfermos con artropatías inflamatorias, en opinión del Dr. Calvo, “no existe inconveniente para la vacunación contra la COVID-19. De hecho, los pacientes con gota suelen presentar frecuentemente factores de riesgo para el desarrollo de formas graves de esta enfermedad (como obesidad, diabetes o enfermedad renal crónica), por lo que muy probablemente obtengan gran beneficio con la vacuna y logren así protegerse a ellos mismos y a los que les rodean”.