La información al paciente ha adquirido una importancia trascendental, ya que permite que este pueda decidir con conocimiento sobre su salud y sobre los tratamientos que va a recibir.
La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, y que entró en vigor el 16 de mayo de 2003, regula la autonomía del paciente y los derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.