Desde hace décadas se conoce la influencia de las bacterias de la luz intestinal en el desarrollo de enfermedades autoinmunes como el lupus. En los últimos años, gracias a los nuevos métodos de análisis de genómica microbiana, se ha podido empezar a conocer las alteraciones de la microbiota presente en el lupus y su relación con el estado de actividad o brote de la enfermedad, tanto en modelos animales como a nivel clínico.
“Las personas con lupus tienen un repertorio microbiano disminuido en la luz intestinal y, a menudo, disbiosis (localización de microbios habituales de una zona del aparato digestivo en zonas donde no se encuentran en condiciones normales) lo cual ha podido relacionarse con la gravedad de la enfermedad. Frecuentemente están presentes signos de alteración de la permeabilidad intestinal acompañando a estos hallazgos. Aunque hay disparidad entre las poblaciones bacterianas que se encuentran afectadas, la expansión de un tipo concreto de bacterias (Ruminococcus gnavus) podría estar implicada en el desarrollo de la enfermedad”, explica el Dr. Jose Campos, especialista del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda.
Dieta sin gluten, una duda recurrente en pacientes con lupus
Vista la relación que puede tener la microbiota intestinal en el lupus, y que al tratarse de una enfermedad autoinmune sistémica pueden desarrollarse otras patologías intestinales, en muchas ocasiones las personas con LES (lupus eritematoso sistémico) se preguntan si una dieta sin gluten podría beneficiarles. En este sentido, el Dr. Campos explica que “la enfermedad celiaca es una patología autoinmune distinta al lupus, aunque en algunas personas pueden asociarse ambas enfermedades” y aclara que “las proteínas que componen el gluten tienen la capacidad de estimular respuestas del sistema inmune intestinal en personas con predisposición genética (como en la enfermedad celiaca), pero también existen otros tipos de sensibilidad al gluten no celiaca e incluso alergia al mismo. La dieta (cualquiera) afecta al equilibrio de la microbiota, pero se sabe que dichos cambios en general son transitorios, y es una de las dificultades para el tratamiento a las que antes hacía referencia”, por lo que el especialista insiste en que “no es aconsejable realizar dietas restrictivas sin la opinión del profesional sanitario que atiende al paciente”.
Ventana a nuevos tratamientos
El conocimiento y los resultados obtenidos en la investigación sobre la relación que existe entre la microbiota y el lupus podría, en un futuro, abrir una ventana a nuevos tratamientos. “Lo que ocurre es que aún no se ha conseguido definir qué intervenciones pueden ser beneficiosas y en qué pacientes. Por ejemplo, se ha intentado el trasplante de heces de donantes sanos, determinadas dietas o la administración de probióticos”, señala el Dr. Campos.
Sin embargo, a nivel terapéutico, en este último año, tanto el LES como el SAF (síndrome antifosfolipídico) han experimentado avances y mejoras en las opciones terapéuticas. Aunque, tal y como señala el Dr. Vicenç Torrente, especialista del Servicio de Reumatología del Hospital Comarcal de Vilafranca del Penedés, “es en el campo del LES donde se podría hablar de una revolución mayor”.
El Dr. Torrente, que también es coordinador, junto con los Dres. Ana Lois y José Luis Andréu, del XV Curso SER de Lupus Eritematoso Sistémico y Síndrome Antifosfolípido, que cuenta con la colaboración de GSK, asegura: “cada vez disponemos de más tratamientos y por ello es necesario saber ubicar cuándo y en qué pacientes esta revolución será más eficaz y eficiente. Nos disponemos a aventurar que no está lejano el momento en que los efectos colaterales de algunos tratamientos clásicos y habituales utilizados hasta hace poco van a ir dejando paso a épocas con mayor seguridad y mejor estado de salud a corto y, sobre todo, a largo plazo. Todo ello, en parte, a las mejoras terapéuticas, pero también debido a una cada vez mejor evaluación clínica”.
“Los especialistas en Reumatología tenemos la sensación que el avance del conocimiento en LES y SAF es inexorable y que nos acercamos a situaciones ya vividas, por suerte, en otras enfermedades sistémicas que dominamos y conocemos (artritis reumatoide, esclerosis sistémica, entre muchas otras). Por ello, el futuro es esperanzador y se perfilan situaciones, por ejemplo, en la que haya un uso cero de corticoides, enfermedad en remisión, mínimo impacto de calidad de vida, ausencia de daño acumulado y menor tiempo en la consecución del control de la enfermedad”, comenta el Dr. Torrente.
Sobre el XV Curso SER de Lupus Eritematoso Sistémico y Síndrome Antifosfolípido
Esta decimoquinta edición, al igual que las anteriores, ha contado con la participación de magníficos ponentes, que han abordado distintos aspectos de ambas enfermedades. Entre las novedades de esta edición, el Dr. Torrente señala “la ampliación del contenido en la sección de las medidas disponibles para los pacientes informar de su estado de salud respecto a la enfermedad”, así como, “la incorporación en el programa científico del punto de vista desde la genómica, proteómica y transcriptómica para conocer qué pueden aportar estas ciencias al conocimiento de estas enfermedades”. También se ha profundizado en el abordaje de las comorbilidades más importantes que afectan a las personas con LES y SAF y se han tratado aspectos concretos que pueden facilitar la interpretación clínica y biológica para elegir la mejor opción terapéutica en cada paciente. Además de “abordar específicamente una patología como el SAF y también las particularidades específicas del lupus que se inicia en edad pediátrica”, señala el coordinador del curso.