Las enfermedades reumáticas son las enfermedades del aparato locomotor, es decir del sistema orgánico que, constituido por huesos, músculos y articulaciones, nos permite el movimiento. Las enfermedades reumáticas como la artrosis, la lumbalgia, la artritis, las tendinitis o la osteoporosis, producen dolor y dificultan los movimientos y desplazamientos de las personas que las padecen.

Las vacaciones son un tiempo de relajación y de dejar atrás el estrés de la vida diaria. Es muy agradable conocer sitios nuevos donde disfrutar con nuestros amigos y familiares. Sin embargo, para un enfermo reumático, el viaje que ello supone, puede representar una gran incomodidad y un auténtico calvario. No obstante, siguiendo algunas sencillas normas, estos pacientes pueden disfrutar de viajes y vacaciones, de la misma forma que aquellos que no tienen dichas enfermedades. La Sociedad Española de Reumatología (SER) publica estas normas con el deseo de que sean útiles a los pacientes que sufren de reumatismo.

1.- El reumatismo no ha de impedirle viajar.

Cualquier persona con un problema reumático puede sentirse atemorizado ante la perspectiva de un viaje, con todos los inconvenientes que representa. Llevar maletas, caminar mucho tiempo, utilizar transportes incómodos…son aspectos nada fáciles, que pueden retraernos de viajar. Sin embargo, con un mínimo de organización, la enfermedad reumática no ha de ser un impedimento para disfrutar de unas necesarias vacaciones.

2.- Sea realista.

Adapte su viaje a sus limitaciones. Quizás no sea lo más aconsejable, un viaje por las montañas del Nepal que sobrecargará sus articulaciones enfermas, pero existen otras muchas posibilidades que pueden hacerle disfrutar. Lleve su propio ritmo; no tiene porque cumplir la programación de actividades de las agencias o de los hoteles, que están pensadas para personas que no tienen enfermedades.

3.- Tenga programados todos los detalles.

Planifique su viaje al máximo posible. No deje las cosas a la improvisación. Cualquier dificultad supondrá para usted un sobresfuerzo y un gasto de energía. Haga las reservas en hoteles y compañías de viaje, y tenga todos los billetes que necesite, con varias semanas de antelación. Si va a viajar en coche, no programe hacer cada día un número excesivo de kilómetros; es mejor, repartir el total del viaje en etapas más cortas. Después del viaje haga un día completo de descanso.

4.- Explique su enfermedad en la compañía o en la agencia de viajes.

Esto puede permitirle conseguir los asientos más espaciosos, como los de la salida de emergencia en el avión. En el aeropuerto acuda al mostrador de la compañía a fin de conseguir servicios especiales, como una silla de ruedas o un vehículo de transporte. Contrate hoteles que tengan habitaciones y servicios especiales, si tiene una incapacidad severa o necesita silla de ruedas.

5.- Procure conseguir viajes directos.

Evite los traslados excesivos, con conexiones apretadas o esperas muy prolongadas. Evite también los días y las horas «punta». Todo ello son factores que pueden incrementar su grado de fatiga. Si viaja en coche, haga paradas con frecuencia para descansar.

6.- Lleve en un bolso de mano todas las cosas fundamentales.

Junto con sus documentos y billetes de viaje, ponga también sus medicamentos, algún alimento ligero como fruta o yogurt que puede necesitar para tomar la medicación, y una pequeña almohada o collarete cervical para poder echar algún sueño durante el viaje. Lleve también un informe actualizado sobre su enfermedad y su tratamiento, por si tiene que acudir a otro médico. Lleve su cartilla del Sistema Nacional de Salud. Si viaja al extranjero, obtenga un seguro que cubra razonablemente las emergencias que pueda necesitar.

7.- No transporte un equipaje excesivo.

Procure utilizar maletas con ruedas que son más fáciles de mover. Dentro de su maleta, organice el espacio cuidadosamente. Si viaja en avión, procure asegurarse que no lleva tijeras, cortauñas, cuchillos…que le obligarán a perder tiempo, y a un sobreesfuerzo, al pasar por los detectores de metales.

8.- Haga los ejercicios que le han recomendado contra la enfermedad, antes del viaje y durante las paradas.

Ello le evitará la rigidez y el dolor que puede causarle la inmovilidad. Si un viaje en avión o en trenes largo, es conveniente levantarse cada hora y caminar durante 5 minutos. En los viajes en autobús, flexione y estire sus articulaciones, y asegúrese de que se hacen las suficientes pausas.

9.- Lleve vestidos amplios y calzado cómodo.

Esto facilitará un movimiento más fácil y suave de sus articulaciones. El zapato ha de ser ancho, con una pequeña cuña en el talón. No son aconsejables ni los tacones elevados, ni los zapatos planos.

10.- Consulte con su médico previamente.

Infórmese si su enfermedad reumática tiene alguna limitación especial. El sol y la playa, suelen ser favorables en determinadas enfermedades como la psoriasis o la osteoporosis, pero pueden perjudicar otras como el lupus. Conozca si necesita alguna dieta, o puede comer libremente en su punto de destino.