Mucho ha cambiado esta especialidad desde sus orígenes. Uno de los primeros libros que se editaron fue el titulado “Artritis y estados afines”, escrito por Joseph Hollander y con traducción revisada por el Dr. Pedro Barceló, que era el Presidente de la Liga Europea contra el Reumatismo y que fue editado en España en 1956. La artritis reumatoide, considerada como la enfermedad reina de la Reumatología, era una entidad cuyo mecanismo era totalmente desconocido. Como posibles causas se hacía referencia a una infección, a un trastorno endocrino, psicosomático, de nutrición, de sensibilización o del sistema nervioso. Es decir, el desconocimiento sobre la causa de este tipo de enfermedades era total.

El número de especialistas en España era reducido y no fue hasta la década de los años 80 cuando se comenzó a generalizar la atención de los enfermos por especialistas en Reumatología, aumentando su número, creando secciones y servicios en los hospitales que se iban inaugurando, apareciendo y generalizándose las plazas MIR para formar especialistas. El impacto sobre la población se tradujo en una atención más temprana de la enfermedad y, por tanto, se pudo reducir el llamado daño estructural, que una vez establecido es irreversible, reduciendo de esta forma la discapacidad sobrevenida.

La investigación ha sido primordial en este tiempo. Averiguar e identificar los mecanismos de la inflamación ha permitido el desarrollo de nuevas terapias. En los años 60-70 disponíamos de un número reducido de medicamentos para las enfermedades reumáticas: los antimaláricos, las sales de oro, los corticoides, los antiinflamatorios y la D-Penicilamina. De ellos, tan sólo han sobrevivido los corticoides y los antiinflamatorios. Las sales de oro efectivas en algunos casos y de mecanismo desconocido fueron rechazadas por su gran toxicidad y por la aparición de nuevos medicamentos más seguros y efectivos; mientras que se demostró que la D-Penicilamina no tenía efectividad.

El estudio de los mecanismos de la inflamación se tradujo en identificar varias clases de proteínas responsables de ella        (interleuquinas, anti-TNF…) y los fármacos principales inhibidores de éstas. El resultado ha sido un control mucho mejor sobre las enfermedades, reduciendo de forma significativa la discapacidad que conllevan este tipo de afecciones. Los fármacos biológicos que así se llaman son los responsables de este gran salto en el tratamiento de los reumatismos.

Todavía existen líneas de investigación abiertas, ya que aún hay grandes problemas que no están resueltos. No obstante, no hay duda de que los resultados y los beneficios obtenidos en el día de hoy han sido enormes.

Dr. Cristóbal Núñez-Cornejo Piquer

Exjefe clínico del Servicio de Reumatología del Hospital Politécnico y Universitario de la FE de Valencia.

Coordinador del Grupo de especial interés SENIOR-SER.

 

Foto.- Dr. Eugenio de Miguel. Hospital Univ. La Paz. Fondo de Imagen de la SER