Es un error frecuente interpretar que la artrosis y la osteoporosis son intercambiables o que significan lo mismo. De hecho, la única relación que tienen en común es que se presentan conforme nos hacemos más mayores; sin embargo, en ambas entidades existen formas precoces que se pueden presentar a edades muy tempranas.

Antes de empezar, será interesante que pensemos en una condición que sea inherente al envejecimiento del ser humano, que sea muy difícil de frenar y que eventualmente tendrán todas las personas en un momento dado de su vida. Por ejemplo, la calvicie del varón, la pérdida de agudeza visual o auditiva o la presencia de arrugas en la piel podrían encajar con esa definición de condición. Partiendo de ello, es conveniente que tengamos en cuenta a la artrosis y a la osteoporosis como condiciones con esas mismas características. Eso sí, cuando producen síntomas que deterioran la salud del paciente, entonces las deberemos entender como enfermedades. Para ello, vamos a conocerlas una a una.

La artrosis es un proceso fisiológico que se puede resumir como el consumo progresivo del material biológico que permite el correcto funcionamiento de nuestras articulaciones. Este material se encuentra dentro de todas las articulaciones del cuerpo en unas cápsulas debidamente limitadas. El cartílago articular, que es como se conoce este material, está adherido a las superficies articulares de los huesos y permite los movimientos articulares sin rozamientos entre las superficies duras de los huesos.

La edad es el principal condicionante del desgaste del cartílago articular, pero no es el único. Existen articulaciones más expuestas que otras en la medida en la que éstas reciban una mayor demanda funcional. Esto puede ocurrir a edades tempranas como consecuencia del sobrepeso y a nivel de articulaciones de carga como las rodillas, tobillos y caderas. Además, hay que tener en cuenta que la artrosis no produce síntomas en todos los casos ni en la misma medida en todas las personas. Con mucha frecuencia, se diagnostica mediante pruebas radiológicas realizadas para otros propósitos.

¿Qué diferencias tiene con la osteoporosis?

Por otra parte, la osteoporosis es una condición definida como una desmineralización del hueso. Mediante criterios epidemiológicos, se han establecido ciertos límites de densidad mineral de los huesos por debajo de los cuales se dice que una persona tiene osteoporosis. Esta patología es más frecuente en la mujer porque depende en gran medida de las alteraciones hormonales que se producen en la menopausia; sin embargo, también se puede detectar en varones de edades avanzadas.

Como la artrosis, la desmineralización del hueso es un proceso vinculado al envejecimiento y su detección en mujeres mayores de 65 años no debe ser una sorpresa.

El principal riesgo de la osteoporosis es la aparición de fracturas, ya que estas condicionan dolor y limitación funcional. El riesgo de fracturas, no obstante, se relaciona más con ciertos factores como bajo peso corporal, tabaquismo o exposición a ciertos medicamentos. Por eso, es muy importante que un reumatólogo valore la situación de cada individuo y seleccione aquellos que se beneficiarán de un tratamiento específico.

 

Dr. Carlos Guillén

Reumatólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid)