El pie es un área anatómica en la que el estudio de sus afecciones ha recaído tradicionalmente en diferentes especialidades. En el caso de los pacientes con enfermedades reumáticas, las primeras causas de consulta son los trastornos en la morfología del pie, como son la alteración de los arcos plantares, con apoyo anómalo secundario, y la aparición de helomas (callosidades), y trastorno de la marcha.

“Desde el punto de vista reumatológico estricto, la afectación articular y de las vainas sinoviales por enfermedades inflamatorias, como son la artritis reumatoide, la artritis psoriásica, la espondilitis anquilosante, y otras enfermedades autoinmunes, aunque de menor prevalencia, son potencialmente más graves, por los trastornos estructurales permanentes que pueden ocasionar”, ha señalado el Dr. Pere Benito Ruiz, reumatólogo en el Hospital del Mar (Barcelona) y coordinador del “IV Taller SER de exploración y patología del pie”, que se ha celebrado los días 2 y 3 de julio en formato digital, contando con la colaboración de Nordic Pharma.

El dolor, la limitación funcional y los trastornos de la marcha son los síntomas más frecuentes por los que estos pacientes consultan a su reumatólogo. El Dr. Benito ha insistido en la importancia de “evitar o tratar precozmente las lesiones dérmicas, o las callosidades y durezas, así como en el corte cuidadoso y periódico de las uñas”, para minimizar el riesgo de aparición de daño en el pie. Asimismo, recomienda a los pacientes “el uso de un calzado adecuado”, cuyas características a grandes rasgos serían, según el especialista, “suela flexible, que proteja la planta del pie en la deambulación; talón de base ancha, entre 2 y 4 cm; posibilidad de mover los dedos de los pies dentro del calzado y sujeción posterior suficiente”.

El Dr. Benito ha querido resaltar que “la base fundamental en la exploración del pie, sigue siendo clínica, si bien, los dispositivos para el estudio de la marcha o las pruebas de imagen independientes de la radiografía directa (tomografía axial computarizada, resonancia nuclear magnética, gammagrafía ósea, etc.) han posibilitado un estudio más profundo y precoz de estas afecciones”.