Mañana, 15 de noviembre, se celebra el ‘Día Mundial de la Lumbalgia’.
La prevalencia de la lumbalgia (lumbago) va en aumento debido a varios factores. Entre los más importantes se encuentran el envejecimiento poblacional y el sedentarismo. “Pasamos cada vez más tiempo sentados y realizamos menos actividad física y esto influye en el debilitamiento de los músculos de la espalda, aumentando el riesgo de sufrir dolor lumbar. Además, factores como el sobrepeso, la obesidad, el estrés, y las malas posturas o movimientos repetitivos, también influyen en el dolor lumbar. En ciertos trabajos donde se realizan esfuerzos físicos intensos o con posturas incómodas, el riesgo es mayor”, según advierte el Dr. David Castro, reumatólogo del Hospital General Universitario de Ciudad Real, en el marco del ‘Día Mundial de la Lumbalgia’, que se celebra mañana, 15 de noviembre.
La lumbalgia afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque pueden existir ciertas diferencias según la etapa de la vida y las causas subyacentes. En términos generales, “algunos estudios sugieren que las mujeres tienen una mayor prevalencia de dolor lumbar, especialmente en etapas relacionadas con cambios hormonales como el embarazo o la menopausia. También puede haber diferencias en la intensidad y la duración del dolor, dependiendo de la actividad laboral que se realice”, añade el especialista, quien recuerda que “esta patología supone un coste sociosanitario muy alto, ya que representa la principal causa de incapacidad laboral en personas menores de 50 años”.
En ocasiones, “el dolor de espalda va más allá de una lumbalgia, que es un síntoma, no una enfermedad en sí y puede ser el resultado de múltiples causas como tensión muscular, problemas de discos vertebrales o patologías inflamatorias”, explica el Dr. Castro. Por el contrario, “la espondiloartritis axial es una enfermedad reumática inflamatoria crónica que afecta principalmente a la columna vertebral y suele manifestarse con dolor lumbar de características inflamatorias. Su dolor es más intenso por la noche, con periodos de exacerbación en la segunda mitad de la noche y que tiende a mejorar con el movimiento. Además, esta patología está asociada con ciertos marcadores genéticos y puede tener complicaciones a largo plazo, como la fusión de las vértebras, y puede asociarse a otras manifestaciones extra-musculoesqueléticas”.
Prevención y tratamiento
La prevención y el autocuidado son claves en el manejo de la lumbalgia. Mantener un peso adecuado, realizar ejercicios para fortalecer la musculatura de la espalda y el abdomen, y cuidar la postura al sentarse o al levantar objetos son medidas que pueden reducir la probabilidad de sufrir dolor lumbar. “La lumbalgia es uno de los síntomas más frecuentes de consulta médica y, aunque en la mayoría de los casos no representa un problema grave, su impacto en la calidad de vida puede ser alto. Por eso, buscar ayuda a tiempo y seguir un enfoque integral, que combine tratamientos no farmacológicos y farmacológicos, puede ser de gran ayuda para quienes lo padecen”, ha precisado el Dr. Castro.
Con relación al ejercicio, el especialista recuerda que “la realidad científica ha demostrado que tratar de recuperar la actividad diaria ayuda significativamente en la recuperación de las personas que sufren dolor lumbar. Si bien es cierto que el ejercicio hay que realizarlo con cuidado y adaptado a la limitación física de la persona en ese momento. Un ejemplo serían los ejercicios recomendados incluidos en el proyecto Reumafit de la Sociedad Española de Reumatología (ver enlace)”.
El tratamiento farmacológico para la lumbalgia se recomienda cuando el dolor persiste a pesar de otros enfoques como el ejercicio, la fisioterapia o los cambios en el estilo de vida. “Los analgésicos suelen ser el primer paso, pero en casos de dolor intenso o crónico, puede ser necesario el uso de fármacos antiinflamatorios, relajantes musculares o incluso otro tipo de medicamentos con otras dianas. En algunos casos de lumbalgia crónica con causas inflamatorias, como la espondiloartritis axial, se puede requerir una terapia más especializada que incluya fármacos inmunomoduladores o biológicos. Siempre es importante que el tratamiento farmacológico sea supervisado por un profesional sanitario para evitar efectos secundarios y asegurar la eficacia y la adherencia”, explica y recuerda que un estudio publicado en la revista The Lancet Rheumatology sobre la prevalencia de esta patología calcula que, en 30 años, se superarán los 800 millones de afectados a nivel mundial.