La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad reumática crónica, que afecta predominantemente a las mujeres.  Aunque tiene una base genética y se han descrito elementos ambientales “muy bien identificados” como el tabaco, la microbiota, los virus y la dieta en su aparición, a día de hoy desconocemos su causa. “Interviniendo en estos determinantes de salud se podría influir reduciendo el riesgo de aparición de la enfermedad. Por ello, influir sobre factores de riesgo modificables en población de alto riesgo es posible, aunque se desconoce el resultado de dicha intervención”, ha puesto de manifiesto el Dr. José A. Román Ivorra, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Politécnico La Fe de Valencia.

Durante el encuentro “Lo mejor del año en AR” 2023, organizado por la Sociedad Española de Reumatología, con el patrocinio de Pfizer, el especialista ha constatado que “se sabe que la población con títulos altos tanto de anticuerpos anticitrulinados (ACPA) y Factor Reumatoide (FR) es la que con mayor probabilidad desarrollará en el intervalo de unos años una artritis reumatoide. Por lo tanto, detectar a población de riesgo con aumento de dichos factores y sobre ellos hacer educación sanitaria, incluso administrar fármacos, sería lo ideal. No obstante, esto sólo es factible en familiares de pacientes con AR, ya que son los que con mayor probabilidad tendrán mayor riesgo de tener dichos autoanticuerpos positivos”.

De este modo, -ha añadido- la mejor estrategia en este ámbito pasa por “lograr un diagnóstico lo más precoz posible, identificando a aquellos individuos considerados de alto riesgo, ya que ‘a priori’ permitiría implantar medidas preventivas que podrían detener el inicio y la progresión de la enfermedad.  El tratamiento por objetivos y con un seguimiento estrecho ha demostrado mejorar claramente el pronóstico de la AR”.

En cuanto a las perspectivas de futuro, el Dr. Román Ivorra se muestra “muy optimista” a tenor de los resultados que los ensayos clínicos en este campo están aportando. “Disponemos de datos con algún fármaco que es capaz de retrasar y reducir la tasa de pacientes con artritis reumatoide, así como reducir significativamente la actividad inflamatoria medida mediante ecografía y resonancia magnética, y disminuir también la concentración de los autoanticuerpos relacionados con la AR (ACPA y FR). De manera que, entender con mayor precisión la fisiopatología de la AR y afinar en el diagnóstico inmunológico preclínico, podría ayudar considerablemente en el abordaje de estos pacientes, y sobre todo cuando seamos capaces de encontrar fármacos que ofrezcan altos niveles de eficacia con máxima seguridad y mínimo tiempo de exposición a ellos”, ha precisado.